«Smog» es un neologismo inglés formado a partir de los vocablos smoke (humo) y fog (niebla). Se genera en las ciudades donde circulan muchos vehículos a motor causando elevados índices de contaminación. El fenómeno se produce cuando el aire se estanca durante días con altas presiones y las partículas contaminantes quedan flotando en las capas atmosféricas inferiores. Sucede en ciudades como Londres, París, Barcelona o Madrid, en las que ya se están aplicando severas restricciones al tráfico rodado debido a la elevada polución acumulada. Ello conlleva un cabreo social y una impotencia de las autoridades por no saber cómo afrontar adecuadamente este problema.
Situación alarmante
La situación es alarmante porque estamos ante otro maldito pez que se muerde la cola: la contaminación genera un efecto invernadero que causa un calentamiento global que asimismo es el culpable de que no llueva y de que esa capa de mugre atmosférica vicie el aire que respiramos. Muchos pensarán que este problema sólo afecta a las grandes ciudades, pero no es así. La contaminación no entiende de fronteras y esas extensas capas contaminantes, cargadas sobre todo de dióxido de nitrógeno invisible, viajan permanentemente de un lado al otro del planeta fumigando nuestra atmósfera y nuestros pulmones.
El diésel, herido de muerte
Los principales culpables de todo esto son las grandes industrias contaminantes, las calefacciones con combustibles fósiles y los motores de combustión, especialmente los diésel. Estos propulsores de explosión emiten las temidas nanopartículas, que pueden entrar en el torrente sanguíneo y llegan a adherirse a las células causando severos problemas cancerígenos, respiratorios y cardíacos. La dieselización que tantos gobiernos europeos promovieron con entusiasmo se nos ha vuelto en contra y en apenas 50 años nos estamos cargando un planeta que tiene a sus espaldas miles de millones de años.
No podemos seguir así
Aunque molesten estas restricciones al tráfico rodado, no hay que caer en el error de politizar estas medidas ya que a las autoridades locales les sería más fácil mirar para otro lado. Todos sabemos, o deberíamos saber, que no podemos seguir así, que estamos ante un problema medioambiental global de gran impacto y que será irreversible si no tomamos ya soluciones. Me incluyo entre los millones de españoles que tienen un coche diésel y en ese pequeño grupo que deseamos que nuestro siguiente vehículo no sea de motor de combustión. La fuerte devaluación que sufrirán estos vehículos en los próximos años nos recordará que la tecnología aparcada en nuestros garajes, aparte de muy contaminante, ya es obsoleta.
Pónganse las pilas, señores políticos
Ante tan negro panorama, urge que los políticos españoles se pongan las pilas y aparquen sus cansinas rencillas de patio de colegio. Los hemos puesto ahí para solucionar nuestros problemas, no para presenciar su política declarativa plagada de intenciones y falsas promesas. Pedimos más hechos y menos palabras. Por eso urge que en España el PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos alcancen un pacto de Estado serio y ambicioso para impulsar la movilidad eléctrica. Sí, movilidad eléctrica. Las marcas automovilísticas ya están trabajando a fondo en esto y son muchas las que ya tienen en sus concesionarios vehículos con cero emisiones. Pero el Gobierno de España sigue a por uvas y sin intención de imitar a sus vecinos europeos.
En cuanto puedas, pásate a lo eléctrico
Es necesario ese pacto de Estado para impulsar y subvencionar la venta de coches eléctricos, para crear una red universal de cargadores (tanto en párkings públicos como en campus, en grandes empresas o en centros comerciales), para facilitar la transición de las gasolineras a electrolineras… Posibilitar, en definitiva, que el ciudadamo medio pueda adquirir un coche no contaminante a un precio razonable y que pueda cargarlo en numerosos puntos en su ciudad o en su propio edificio sin que algo tan simple como encontrar un enchufe adecuado se convierta en una odisea diaria. Un último apunte: en cuanto puedas, pásate a lo eléctrico. Nuestras narices y nuestros hijos lo agradecerán.
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