El catalán Gerard Pla Daró y el argelino Nassim Zaouche no se conocían. Coincidieron en una estación de París y el destino les unió ante uno de esos pianos solitarios de la campaña «A vous de jouer» (Te toca a ti). El primero empezó a teclear de oído la pieza «Una mattina» de Ludovico Einaudi. El segundo se le acercó por detrás y ante la fascinación silenciosa de los presentes se sumó a la fiesta sin pedir permiso. Pronto esos 20 dedos empezaron a jugar con la melodía, la improvisación y el divertimento de hacer algo inimaginable segundos antes. Una buena prueba de que tocar de oído en la vida no impide que un desconocido te pueda ayudar y divertir sin pedir absolutamente nada a cambio.
Boquiabierto
Aprovechando esta fabulosa campaña de pianos solitarios en busca de dedos magistrales, ahí va otro ejemplo de virtuosismo anónimo callejero.
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