Cuatro añitos. Tumor cerebral maligno y muy agresivo. Tres operaciones en 72 horas. La primera para extirpar parte del tumor. La segunda para abrir el cráneo y liberar la fuerte presión cerebral. La tercera para limpiar el resto del tumor. A consecuencia de ello se quedó sin habla y con parte de su cuerpecito paralizado. Una situación cruel, bestial e inhumana de un niño que ya salió del coma y sigue en la UCI intubado. Un zarpazo que nos ha impactado a muchos padres del colegio Calasancias. Diego es hermano de una compañera de clase de mi hijo Juan, de 9 años, y ya es considerado un niño jabato por el equipo médico del Hospital Materno Infantil de A Coruña. Un pequeño Gladiator.
8 de julio del 2015.
Buenas noticias. Diego ha sonreído hoy por primera vez en 18 días. Mañana deja la UCI, lo suben a planta y las analíticas han dado buenos resultados.
Ayer estuve con sus padres. Les abracé fuerte porque su hundimiento vital nos ha impactado a muchos estos días. No es de recibo que un niño tenga que pasar por semejante infamia existencial que fue diagnosticada inicialmente como un simple virus. Aquellos dolores de cabeza, tiranteces en el cuello y vómitos repentinos durante semanas escondían el bicho del cáncer. Dentro de la extrema gravedad en la que sigue su hijo, ayer sus padres ya podían respirar. Hasta sonreían por segundos. Me contaron que la última resonancia daba todo limpio, ni rastro aparente de tumor. Que su hijo ya movía su lado paralizado y que les miraba con deseo de saltar de la cama para ir a jugar, a correr, a gritar… Esa inquietud calmada con sedación refleja una sorprendente recuperación que ojalá llegue a buen puerto. Ojalá.
Ahora queda la dureza de las sesiones de radioterapia y quimioterapia y el comprobar si Diego tendrá secuelas en la movilidad, en el cerebro o en el habla. Ayer sus padres me contaban emocionados que eso les da exactamente igual, que es lo de menos, que les ha cambiado radicalmente el chip y que sus problemas cotidianos han dejado de ser problemas. Su gran objetivo, salvar al jabato Diego. Al despedirme de ellos la madre sentenció: «Vive cada minuto y vete a casa a disfrutar de tus hijos. No somos nada y en cualquier momento podemos perder el motivo para vivir». Cuánta razón entre tanta sinrazón
Mucha suerte Diego, muchas veces, muchas ganas. Va por ti, pequeño Gladiator.
11 de julio.
Diego ya empieza a hablar. A las 8 de la mañana ha dicho: «quiero desayunar». Bienvenido a la vida.
18 de julio.
Hoy hemos visto a Diego. Menudo campeón. Ya anda, ya juega, ya sonríe. Ya lo vive todo como pequeño Gladiator que es. Come bien, habla mejor y posiblemente en pocos días vuelva a casa, a su habitación, a su tropa de juguetes y peluches. Transmite una fortaleza física y mental que se resume a la perfección en esta foto que me permiten publicar sus padres. Benditos padres, que están aguantando lo indecible y siguen resucitando psicológicamente. Mucha fuerza.
9 de noviembre del 2018. Mierda de vida. Descansa en paz, Diego.
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