Escribe Jorge Marirrodriga:
Yo tendría siete años y un compañero se meó en clase. Fue mi primera «primicia». El pobre no había terminado cuando ya lo sabían todos los demás. El profesor se acercó a mi, se inclinó y susurró: «Marirrodriga, tu vas a ser periodista ¿verdad?». Sin saberlo entonces recibí mi primera lección en este oficio. Miré a mi compañero (un líder de la clase) cabizbajo y humillado. Y no me sentí bien. La lección, que comprendí años más tarde, es doble: 1) Las personas están por encima del negocio. 2) Hay mucha gente que te despreciará por ser periodista…
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