No hace falta ser un lince para darse cuenta de que el contundente discurso de anoche del rey Juan Carlos era la frontera marcada en el caso Urdangarin. Una vez superado ese trámite navideño todo girará lo que tenga que girar. A partir de ya «se abre la veda» para que el yernísimo sea imputado y sometido a la ley vigente. El monarca lo dejó más que claro con eso de que las irregularidades no hay que «generalizarlas» y que la Justicia «es igual para todos». Ya veremos. Estas fueron sus palabras:
«Junto a la crisis económica, me preocupa también enormemente la desconfianza que parece estar extendiéndose en algunos sectores de la opinión pública respecto a la credibilidad y prestigio de algunas de nuestras instituciones.
Necesitamos rigor, seriedad y ejemplaridad en todos los sentidos.
Todos, sobre todo las personas con responsabilidades públicas, tenemos el deber de observar un comportamiento adecuado, un comportamiento ejemplar.
Cuando se producen conductas irregulares que no se ajustan a la legalidad o a la ética, es natural que la sociedad reaccione.
Afortunadamente vivimos en un Estado de Derecho, y cualquier actuación censurable deberá ser juzgada y sancionada con arreglo a la ley. La justicia es igual para todos.
No debemos, sin embargo, generalizar los comportamientos individuales, so pena de cometer una gran injusticia con la inmensa mayoría de servidores públicos, y también de empresarios o trabajadores del sector privado, que desarrollan su labor de forma ejemplar y honesta.
De lo contrario, se podría causar un grave daño a instituciones y organizaciones que son necesarias para la vertebración de nuestra sociedad»…
También hizo una mención especial a su hijo Felipe como el «heredero de la Corona» evidenciando que la sucesión está más cerca de lo que la mayoría cree:
«En este tiempo, he podido apreciar, aún más si cabe, el rigor y el acierto con que mi hijo, el Príncipe de Asturias, me acompaña como Heredero de la Corona en el servicio a los españoles y a España, a su democracia, a su Estado de Derecho, a sus libertades, a su unidad y su diversidad, y a la defensa de sus intereses en todo el mundo»…
Ojito a esto último, porque una vez limpiada la vergüenza «Urmangarin» puede haber más sorpresas en la Casa del Rey.
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